Estamos habituados a relacionar la agilidad con metodologías o marcos de trabajo, pero la filosofía de agile puede ser usada en tu día a día, por ejemplo, a la hora de tomar decisiones. Una decisión ágil se podría definir como una decisión rápida y eficiente, con un enfoque flexible y adaptable para responder a circunstancias cambiantes, hoy hablamos sobre la toma de decisiones ágiles.
Al igual que en un proyecto con alta incertidumbre la agilidad nos permite adaptarnos mejor a las incógnitas que existen, en nuestro entorno laboral denominado como VUCA (Volatile, Uncertain, Complex, Ambiguous) o BANI (Brittle, Ansioux, Non linear, Incomprehensible) requerimos tomar decisiones con alta incertidumbre. Tomar esas decisiones esperando a tener el plan perfecto e invariable es una ilusión que nos llevará por el camino de la frustración.
¿Hay alguna forma de tomar decisiones que disminuya la incertidumbre?
Los principales motivos que generan incertidumbre se pueden englobar en 4 bloques:
– La tecnología: Es necesario dejar de pensar que lo tradicional funciona, empresas enteras como Nokia han caído por no ser capaces de adaptarse a las nuevas tecnologías.
Nuestras decisiones han de tener un enfoque adaptativo, no buscando la solución perfecta, sino con un enfoque dinámico de empezar a movernos con lo que sabemos y adaptarnos con el tiempo y la nueva información.
– La globalización: Gracias a la propia tecnología nos hemos convertido en un mundo globalizado. Por ejemplo, una ferretería de barrio tiene que competir contra un gigante de china que te trae las herramientas directamente a tu casa.
No podemos tomar decisiones basándonos en una seguridad de un nicho de mercado o un mercado local, la competencia puede aparecer en cualquier momento, no podemos quedarnos parados sin pensar en una mejora continua.
– La innovación disruptiva: Gracias a la tecnología y globalización estamos en un nuevo modelo disruptivo que es capaz de cambiar todo el mercado en sí, por ejemplo, con el uso masivo de internet o cómo nos cambiará la vida el uso de la IA.
Si esperamos llegaremos tarde, pero en un entorno así es fácil equivocarse, no hay que tener miedo al error, hay que aprender de él y usarlo como un medio más de aprendizaje.
– Una sociedad de consumo: El fácil acceso y la inmediatez a la hora de conseguir cualquier cosa que se nos pase por la cabeza nos ha vuelto una sociedad de consumo, cada vez queremos más y lo queremos más rápido. Esto provoca movimientos rápidos en los mercados por “modas” o nuevas posibilidades a explotar para satisfacer las nuevas demandas.
Nuestras decisiones han de ser flexibles junto a lo que demanda la sociedad en cada momento, no podemos trazar un plan y seguirlo rígidamente si la sociedad ya está demandando algo distinto.
¿Cuál debe de ser nuestra filosofía a la hora de tomar decisiones?
Al igual que un niño cuando aprende a caminar no espera a tener un plan perfecto, sino que lo intenta, se cae, se levanta y va a aprendiendo a guardar el equilibrio, mejorando de sus errores. A la hora de tomar decisiones deberíamos tener como principios:
– Dinamismo y rapidez: Empieza a andar, empieza a moverte y aprende con el cambio, no te quedes parado esperando a analizar todas las posibilidades para asegurarte a dar pasos firmes y seguros. Cuando decidas algo, ¡empieza! Evita llegar a la parálisis por el análisis.
– Flexibilidad: Una planificación inicial puede ayudar como referencia, pero no como obligado cumplimiento, has de estar dispuesto a cambiar en función de lo que demanda la sociedad o de nueva información que tengas. Ya conocéis el dicho, “cuando un tonto sigue una linde, la linde se termina, pero el tonto sigue”, intentemos no ser el tonto 😉
– Adaptabilidad y mejora continua: Las decisiones que tomemos han de tener en cuenta que necesitaremos seguir adaptándonos y mejorando continuamente, es mejor decisiones más rápidas y pequeñas que nos aporten valor cuanto antes, e ir mejorando con la información que nos aporten.
Tal como comentamos, no hay un nicho de mercado seguro, ni una tecnología definitiva, por lo tanto, no podemos tomar decisiones pensando que será la solución perfecta.
– Valentía y resiliencia: Siendo un mercado tan volátil es aún más fácil equivocarte en las decisiones, lo que ayer era un acierto, hoy ya no lo es. La resiliencia nos permite adaptarnos o recomponernos ante un problema o una situación desfavorable.
Si evitamos actuar para evitar fracasar o no somos capaces de recomponernos ante nuestros errores perderemos oportunidades de mejora y aprendizaje
¿Cómo tomar decisiones ágiles?
A la hora de tomar la decisión, puedes seguir estos 5 pasos:
1. Recopila la información relevante que tengas
2. Analiza las alternativas
3. Alinea las prioridades y los objetivos
4. Empieza a ponerlo en práctica
5. Evalúa, da seguimiento a los resultados y vuelve al punto (1)
Y recuerda:
Ser dinámicos y valientes para poder empezar a decidir (1) y ponerlo en práctica(4)
Ser flexible con respecto a la alternativa seleccionada (2)
Ser adaptable una vez evalúas los resultados (5) , vuelve a tomar una nueva decisión con lo que has aprendido ya sea un éxito o un error