Los errores se pagan.

Mejor lo malo conocido que lo bueno por conocer.

El éxito tiene muchos padrinos pero el fracaso es huérfano.

 ¿Te resulta familiar alguna de estas frases?

 Ahora, párate unos segundos y piensa cuál ha sido para ti la situación de fracaso más reciente…

¿Ya? ¿Recuerdas qué ocurrió, cómo te encontraste y cómo actuaste?

(Te aconsejo que lo tengas presente mientras sigues leyendo…)

Y si te pido que pienses en tu mayor éxito, ¿te resulta igual de fácil recordarlo?

Normalmente, todos tenemos en mente nuestros mayores fracasos pero no nuestros mayores éxitos. Las situaciones complicadas, frustrantes, bloqueantes tienden a quedarse más arraigadas dentro de nuestra experiencia por aquellas emociones o situaciones que nos han provocado fuera de lo que esperábamos que ocurriese.

Ante una situación de este tipo, tenemos la posibilidad de elegir el papel que tomamos.

Por un lado, podemos tomar el papel de Víctima. Este papel se adopta en aquellos casos en los que buscamos culpables fuera de lo que ha ocurrido, achacamos que el problema es de otro/a y se tiende a buscar justificaciones. Esta situación tiende a provocar sentimientos de resignación y resentimiento.

Como dice José Pomares“Si no te consideras parte del problema, no puedes ser parte de la solución porque no eres responsable del problema, pero sí eres responsable frente al problema”.

Por otro lado, existe la posibilidad de acatar el papel de Responsable, donde la posición de respons-habilidad se queda en la habilidad de dar respuesta a la situación ocurrida. Las consecuencias ante esta actitud será la de una visión ante la posibilidad de generar nuevas oportunidades y de aprendizaje. A su vez, el estado de ánimo sobre esta actitud es aceptación de la situación y ambición hacia un cambio para buscar el aprendizaje.

Es decir, un pensamiento de “si genero nuevas acciones, aumenta la probabilidad de que sucedan más y mejores cosas”.

Ante el rol de responsable, es importante tener en cuenta que habrá situaciones que se mantengan fuera de nuestra capacidad de gestión. Son aquellas cosas sobre las que emitimos pensamientos recurrentes, pero que por nosotros mismos no seremos capaces de cambiar, ya que solo podremos trabajar sobre variables que dependen de nosotros y no sobre las que dependen de otras personas. 

En ocasiones, tendemos a pensar sobre los hechos o acontecimientos que están fuera de nuestro control y eso nos produce malestar, por eso es muy importante ser conscientes de nuestras posibilidades y limitaciones para actuar bajo este papel.

¿Percibes diferencias entre los dos papeles a los que solemos acogernos?

Si observamos un poco más allá, podemos ver que nuestra sociedad está enfocada a resultados. El objetivo de una empresa, por ejemplo, es cumplir con los objetivos propuestos.

Cuando esto no se consigue es debido a que hay, surgen o aparecen errores. Por este motivo, tendemos a asociarlo a un fracaso.

Debemos tener cuidado ante esto, ya que cuando consideramos el error como fracaso, no solo vemos nuestras acciones como fracasos, si no que seremos capaces de juzgar negativamente los errores de los demás.

La cultura en todo esto tiene un papel muy importante desde que somos pequeños, hasta el día de hoy. ¿Qué ocurre cuando un niño o un adulto en nuestro caso, está comiendo y de un manotazo tira o tiramos la comida o un vaso al suelo?

 – ¡Huy, se ha caído! 

¿Se ha caído? ¿O le ha/hemos dado un golpe que ha hecho que caiga al suelo y se rompa?

¿Qué puede ocurrirnos?

Ante una o varias ocasiones sobre acontecimientos en los que consideramos que hemos fracasado, hay personas que tienen más dificultad para poder desafiar dicha situación. Este mismo motivo puede dar lugar a que estas personas no arriesguen, oculten errores, echen balones fuera, esperan instrucciones, tienen déficit de proactividad por miedo a defraudar, etc.

Estas acciones pueden, a su vez, dar lugar al Síndrome del Impostor, baja autoestima, Síndrome Burnout y absentismo laboral.

Entonces, ¿cómo nos sobreponemos al fracaso? 

Por un lado tenemos «La Resiliencia».

Se define como la capacidad de afrontar eventos estresantes o fracasos, superarlos y seguir desarrollando y reorganizando positivamente la vida. 

Hacer un ejercicio de retrospectiva en el cual descubrir qué herramientas tuviste en determinada situación, además de intentar descubrir tus propias habilidades y fortalezas para sucesivas ocasiones en las que surjan situaciones complicadas, es un gran ejercicio que te puede ayudar a descubrir cuál es tu mejor método ante situaciones complicadas.

Por otro “La Serendipia”.

La serendipia es el hallazgo o descubrimiento afortunado que surge de manera inesperada y que se produce cuando se está buscando otra cosa distinta. 

La serendipia consiste en sacar partido al error, encontrando la oportunidad como fruto del fracaso. Pero recuerda, siempre aparecerá trabajando en esa búsqueda.

Según Derek Mowbray, “Si la gente ve el fracaso como un éxito que va a suceder, esto es lo que acaba sucediendo».